¡Hay que recordar!, ¡Hay que recordar!, dice Carlos Galván, hijo y nieto de Galvanes, en su tragicómico delirio final. “El viaje a ninguna parte” nos habla de una forma de ejercer la profesión de cómico en una compañía ambulante. En realidad nos habla del oficio. Pequeño micromundo de vida y resistencia. Tradición de siglos que constantemente renace con diferentes itinerarios.
Es un homenaje a la profesión. un oficio vocacional donde los haya. ¡Qué oficios, qué oficios!, que perdura y se reinventa de siglo en siglo. Muere y renace. A pesar del cine, del cine sonoro, de la radio, de la televisión, de internet…
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