La puerta se abre en el hastial de la iglesia, ahora cubierto por un pórtico sobre el que se levanta la torre. La entrada dispone de arco de medio punto con cuatro arquivoltas decoradas con baquetones con dientes de lobo, bolas y billetes. Tanto la nave como el ábside conservan todos los canecillos y la cornisa originales. La decoración del muro norte de la nave y del ábside se compone de líneas de billetes, mientras que el muro sur de la nave presenta decoración a base de flores abiertas inscritas en círculos tangentes ubicadas en la cornisa. La decoración de los canecillos suele ser más simple en la nave, mientras que en el ábside dominan los temas de animales e iconográficos. El ábside está dividido en tres tramos por columnas adosadas que se apoyan en pequeños contrafuertes. Cada uno de estos tramos disponía de una ventana, habiendo desaparecido la del lateral sur al construirse la sacristía barroca. Las dos restantes son similares, con un arco de medio punto sostenido por columnas. Por debajo de las ventanas va una imposta de billetes. El interior de la nave posee una cubierta moderna de madera, pero se conserva la estructura del arco triunfal de medio punto y la bóveda de horno en el ábside. Son reseñables, por su originalidad, las impostas de las cornisas, sujetas por canecillos que se encuentran por debajo de las ventanas del ábside y en la base de su bóveda. La línea inferior tiene canecillos de caveto simple y la superior se decora con billetes, bolas, cabezas de animal, rollos, etc. Estilísticamente se aprecian grandes similitudes con la colegiata de Castañeda, sobre todo en la escultura monumental. Destacan por su calidad los capiteles del arco triunfal con escenas de fieras que se disputan una pieza y aves enfrentadas sujetadas por una figura humana. En un cobertizo anexo a la iglesia se conservan un buen número de sarcófagos góticos, seguramente varios de ellos pertenecientes a los abades que regieron la abadía hasta el s. XVII, en que pasó a ser simplemente parroquia.