El yacimiento fue descubierto y excavado en las primeras décadas del siglo XX por J. Carballo, aunque atribuyó el mismo a un castro de la Edad del Hierro. A finales de los setenta y durante los años ochenta del pasado siglo fue excavado por un equipo dirigido por R. Bohigas Roldán, excavaciones que además de poner al descubierto las principales estructuras del asentamiento, recuperaron una importante colección de materiales arqueológicos: cerámicas, piezas metálicas, restos de comidas, etc., siendo de hecho, el yacimiento medieval más rico de la región. Algunos materiales han sido datados por Carbono 14 lo que ha permitido conocer su cronología con precisión. En los años 2000 y 2001 se realizaron labores de rehabilitación del yacimiento. El castillo se localiza en la cima de un pequeño cueto calizo, en un punto muy estratégico que domina todo el Valle de Camargo y buena parte de la Bahía de Santander. Presenta una muralla, de planta trapezoidal, adaptada al terreno, de unos 40 m. de longitud por 25 m. de anchura, encerrando una superficie de casi mil metros cuadrados. Ha sido realizada con bloques irregulares de caliza unidos por mortero en los laterales y un relleno de cascajo de piedra y mortero, a veces aprovechando los lenares aflorantes, midiendo unos 2 m. de anchura. La puerta se encuentra enclavada en el muro meridional, muy cerca de la torre. En el extremo Sureste del recinto, adosada a la muralla, presenta una torre de planta cuadrangular, realizada con sillería rústica de arenisca, asentada sobre la roca y sobre grandes bloques de caliza, de la que únicamente se conservan parcialmente los arranques de los muros. En el interior del recinto amurallado aparecen algunos muros de escasa entidad, que se adosan al muro Este de la muralla, los restos de un hogar y varios pozos de escasa profundidad con tapas monolíticas circulares de marga.